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La impresionante dinámica de acontecimientos en el fútbol hace que algunos personajes o hechos sean rápidamente puestos en una caja, etiquetada como 'ya fue'. La intención de esta página es mantener vigentes a esos hombres o sucesos que son capítulos de una historia.

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lunes, 29 de marzo de 2010

Arlindo


Todo el que forme parte de la gran historia del fútbol merece el calificativo de ‘inolvidable’, por su clase, su personalidad, por lo que ganó, por lo que luchó, por una tapada o por un gol. Sí, por un solo gol se puede ser inolvidable, aunque Arlindo Dos Santos está en las memorias de todos los mexicanos y principalmente de los americanistas, por varios motivos.
De todas formas Arlindo fue el hombre al que el destino honró con la designación de ser el que conquistara el gol del bautismo del Estadio Azteca. El primer grito en el ‘Coloso de Santa Ursula’ lo provocó un brasileño, llamado Arlindo Dos Santos.
Curiosamente el ídolo de Arlindo, del cual se decía que además él era el sucesor, era Didí, y éste fue el hombre que inauguró otro monstruo de cemento con un gol: nada menos que el Maracaná.
Ante 107,494 espectadores, un 26 de mayo de 1966, Arlindo abrió el marcador en un encuentro en el que el América de México y el Torino de Italia empataron 2-2. Así abría oficialmente sus puertas el estadio que sería testigo de dos finales mundiales, nada menos.
Jugador del Botafogo de Rio de Janeiro, Arlindo, nacido en Bahía el 26 de Abril de 1943, fue un volante de depurada técnica, como la tradición de su país manda.
Comenzó jugando en las calles de Bahía, al tiempo que abandonaba la escuela para trabajar, con el propósito de ayudar a la familia. Carpintero, albañil, sastre, peluquero y, finalmente, pescador, fueron algunos de los oficios de un muchacho que no pensaba en jugar profesionalmente.
Luego vinieron a buscarlo de Rio, vio su oportunidad y se fue; peo el equipo que lo llevó pronto cambió de entrenador y tuvo que irse. Deambuló por varios, pero ninguno lo fichaba. Finalmente, cuando trabajaba en una fábrica y vivía de arrimado en casa de unos amigos, llegó un candidato político al que se le solicitó que lo recomendara. Una semana más tarde se probaba en Botafogo y quedaba fichado.
Llegó al América casi por accidente, cuando una delegación del club mexicano viajó a Rio en busca de un jugador y, al observar la práctica de Botafogo, uno de los dirigentes dijo ‘quiero a ese negrito’.
El hombre, que era nada menos que Don Guillermo Cañedo, no se equivocó y Arlindo pasó a formar parte de la mejor historia y presente del América, club en el cual sigue trabajando hasta el día de hoy.
Viaja en subte a su trabajo cada día porque dice no necesitar auto, aunque muchos pasajeros de la vieja guardia futbolera lo reconozcan con asombro y no puedan creer que una leyenda viviente del fútbol azteca viaje modestamente en transporte colectivo.
A aquel gol, al que define como su ‘ópera prima del fútbol’ lo recuerda con emoción y se lo adjudica a todo lo que rezó desde días antes del partido para anotarlo. Recuerda que en cada jugada previa todos los jugadores en la cancha deseaban que el que fuera a rematar errara y se aliviaban cuando lo hacía, porque cada uno quería ser el anotador del tanto histórico.
Pelé y Maradona escribieron páginas de gloria en el ‘Coloso’, donde levantaron copas mundiales e hicieron goles inolvidables; pero el primero de todos … fue de Arlindo; por eso es un inolvidable.

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