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La impresionante dinámica de acontecimientos en el fútbol hace que algunos personajes o hechos sean rápidamente puestos en una caja, etiquetada como 'ya fue'. La intención de esta página es mantener vigentes a esos hombres o sucesos que son capítulos de una historia.

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lunes, 29 de marzo de 2010

Higuita


José René Higuita Zapata, nacido en Medellín, el 28 de agosto de 1966, es un personaje en toda la extensión de la palabra. Tanto que Colombia aún no sabe si reprocharle o agradecerle, si silbarlo o aplaudirlo, venerarlo o enterrarlo, y … en la duda, parece que lo acoge como un hijo pródigo que funciona diferente que los demás y al cual hay que quererlo como es. Nadie como él se merece tanto en su país el apodo de ‘El Loco’.
En la cancha
Su particular estilo de juego, de portero-jugador, según algunos derivado del cuidapalos argentino Hugo Gatti, y su peculiar personalidad, lo convirtieron en un ídolo en su país durante los años ochenta y noventa. Una época en que la tierra de los cafeteros conoció su punto más alto en fútbol, de la mano de aquella selección en la que brillaban Carlos Valderrama, Leonel Alvarez, Freddy Rincon , ‘El Tren’ Valencia, Perea y Faustino Asprilla, entre otros.
En su carrera defendió a Atlético Nacional de Medellín, Millonarios de Bogotá, Real Cartagena, Independiente Medellín, Atlético Junior de Barranquilla, Bajo Cauca (segunda división), todos de Colombia; Real Valladolid (España), Veracruz (México) y Aucas (Ecuador).
En el fútbol su página más negra dentro de una cancha la vivió el día en que un error suyo, al pretender salir jugando con los pies, hizo que el delantero camerunés Roger Milla se aprovechara y convirtiera el gol que dejaba a Colombia fuera de competencia, el 23 de junio de 1990, en el mundial de Italia.
Higuita fue fundamental para que se empezaran a estudiar cambios en las reglas del fútbol, pues luego de su actuación en el Mundial de Italia de 90, con arriesgadas y espectaculares jugadas por fuera del área, un congreso técnico en Coverciano 1990, empezó a hablar del arquero-jugador porque, según el sistema táctico, se necesitaba impulsar un arquero que supiera utilizar los pies. Esto llevó a la norma de que si un futbolista devuelve a su propio arquero un balón con los pies, éste no puede agarrarlo con las manos.
Entre sus ‘locuras’ más geniales no se puede dejar de lado su más famosa parada, conocida como ‘el alacrán’, que consiste en saltar hacia adelante, dejando pasar el balón sobre su propio cuerpo, para rechazarlo con los tacos. Tal vez lo más espectacular que haya hecho un portero dentro de una cancha de fútbol y que lo pinta de cuerpo entero como un hombre que entiende al juego como un espectáculo por encima de todo.
… y en la vida
Posteriormente Higuita se vio envuelto en numerosos escándalos que paulatinamente hicieron que su carrera sufriera, al tiempo que su imagen de leyenda cobraba más cuerpo, porque lo controversial ayuda en cierta forma a la mística. René Higuita además de visitar en la cárcel al entonces capo del cartel de Medellín Pablo Escobar, fue arrestado en 1993 por cobrar una comisión para mediar en un caso de secuestro. En 2004, Higuita dio positivo por cocaína en un control antidopaje, luego de un partido del campeonato ecuatoriano y la Federación de Fútbol de ese país lo suspendió por seis meses.
Finalmente, en enero de 2008, el arquero de 41 años firmó con el Rionegro, un equipo de la segunda división del fútbol de su país, marcando su retorno al fútbol activo.
En 23 años de carrera, el inventor del ‘Escorpión’, la jugada que inmortalizó en Wembley en 1995, lleva además convertidos 37 goles de penal y 4 de tiro libre.

Garrincha

Si se nace con los pies torcidos hacia adentro, casi 80 grados, si además se tiene una pierna 6cm más larga que la otra y si, encima, se tiene torcida la columna vertebral parece absolutamente imposible que se llegue a ser un gran deportista, ni siquiera simplemente un deportista. No obstante, uno de los grandes futbolistas de todos los tiempos nació con todos esos problemas, sufrió además una aguda poliomielitis de niño y llegó a ser un ídolo mágico precisamente en el país donde los magos abundan. ¡Ah, también fumó desde los diez años!
Era tan feo, tan torpe y tan veloz de niño que uno de sus hermanos lo bautizó Garrincha (nombre de un pájaro de Matto Grosso que tiene esas características) pero se llamó Manuel Francisco Dos Santos, nació en Pau Grande, Rio de Janeiro, en 1933 y murió en 1983, a los 49 años, dejando tras de sí una historia con sabor a leyenda que lleva consigo la diversión y la tristeza en el mismo relato.
Por el Mundo
Comenzó su carrera profesional en Botafogo, de Rio de Janeiro, en 1956, permaneciendo allí hasta 1964. Con este equipo logró tres títulos nacionales. Pasó a Corinthians, de San Pablo, hasta 1968. Ese fue el año en que hizo su única presentación defendiendo a un equipo colombiano, cuando pasó al Junior de Barranquilla, equipo con el que jugó un solo partido, contra Independiente Santa Fe, ante un estadio Romerio Martínez que se llenó para verlo jugar, según las crónicas de la época.
Volvió a Brasil para unirse al Flamengo en 1969 y en 1971 fichó para el Red Star París, volviendo a Rio de Janeiro en 1972 para cerrar su carrera defendiendo al Olaria carioca.
Jugó en tres Copas del Mundo (1958, 1962 y 1966), consagrándose campeón en las dos primeras, junto a figuras de la talla de Pelé, Zagallo, Didí y Amarildo, entre otros. Defendiendo a Brasil ostenta otro récord difícil de superar, pues jugó 60 partidos de los cuales ganó 52, empató 7 y perdió solo 1.
En 1962 fue considerado el mejor jugador del Mundo y es uno de los grandes íconos del fútbol brasileño y mundial. Resulta inefable la descripción que hizo de él el sicólogo de la selección brasileña, Joao de Carvalahaes, cuando lo vió por primera, calificándolo de “débil mental no apto para desenvolverse en un juego colectivo”.
‘Hay que dársela …’
En los test psicofísicos para el Mundial de Suecia 1958 sacó 38 puntos, contra los 123 necesarios para subirse al avión hacia Estocolmo. Condenado a dejar el fútbol por ese test, Nilton Santos, lateral izquierdo de Botafogo encabezó un movimento interno dentro del plantel donde brillaban Didí y Vavá que dio sus frutos y Manoel dos Santos, Garrincha, consiguió un asiento hacia Europa.
La táctica de ese equipo del ‘58 es recordada aún por los periodistas deportivos: "Hay que dársela a Garrincha".
Muchas fueron las descripciones tuvo que su estilo de interpretar el fútbol, pero todas coinciden en describirlo como único. Aquí va una de las tantas, de autor anónimo: “Nunca nadie ha tenido la valentía de hacer los regates, las fintas, los amagos y las jugadas hasta la línea de fondo que hizo Garrincha. Tenia una clase individual prodigiosa y aprovecho la banda derecha como nadie. Daba igual el marcador que le pusieran, Garrincha siempre le regateaba una, dos o tres veces antes de poner el balón al compañero mejor colocado”.
Garrincha murió a los 49 años de edad, en la miseria. Su cuerpo fue velado en el estadio Maracaná y cubierto con la bandera del club al que le regaló sus mejores años, Botafogo.

Deyna


La Eurocopa 2008 vio como Polonia se volvía a casa temprano, como ha ocurrido en otras ocasiones en los últimos años, o, peor aún, algunas veces no logra siquiera clasificar al máximo torneo continental o a los mundiales. Nadie tiene en cuenta a los polacos a la hora de citar candidatos en el presente.
Pero hubo un tiempo en que la selección polaca era poderosa y temida, capaz de jugar mano a mano con la mejor Alemania, de Franz Beckembauer (cayó apenas por 0-1 en semifinales del Mundial 1974), y de desplazar del tercer puesto al mismísimo Brasil de Roberto Rivelinho y Jairzinho (le ganó por 1-0 en el partido por el tercer puesto del mismo Mundial). Fueron los tiempos del gran portero Ian Tomaszewski, del exploxivo Grzegorz Lato, goleador de aquel primer Mundial de Alemania, de Zmuda, Szimanovsky, Gorgon, Maszcyk; todos ellos bajo la batuta de un jugador virtuoso y dueño de un panorama de cancha pocas veces visto, Kazimierz Deyna.
Nacido el 23 de octubre de 1947, en Starogard Gdanski, Polonia, el espigado volante de 1,80 mts de estatura era el eje alrededor del cual se movía un verdadero equipazo que no llegó a más porque tuvo la mala suerte de pertenecer a una época en la que Alemania era una máquina y Holanda una ‘Naranja Mecánica’. Sin embargo Deyna no pasó desapercibido y no se puede rememorar el Mundial de 1974 sin nombrar al # 12 de los polacos y a su equipo. El fue para Polonia lo que fue Cruyff para Holanda: el máximo jugador del mejor equipo de su historia.
Comenzó su carrera en el Wlokniarz Starogard Gdanski de su ciudad natal y debutó a los 16 años en la Selección Nacional juvenil, donde su desempeño hizo que los principales clubes polacos quisieran comprar su pase. En 1966 pasó al LKS Lodz, que pagó por su pase la cifra de 70.000 zlotys (moneda polaca); sin embargo una jugarreta contractual, ocasionada por un papel que había firmado con los representantes de otro club, el Arka Gdynia, le impidió debutar en la primera división.
Finalmente, en el otoño de ese año pudo jugar en un partido que fue debut y despedida, porque tuvo que fichar por el Legia Varsovia, el equipo del ejército polaco, debido a que había pasado a ser un recluta y así lo marcaba la ley de esa época. Con ese equipo ganaría los torneos nacionales de 1969 y 1970.
Nunca pudo salir del país en su mejor época, aunque no le faltaban ofertas de grandes clubes europeos como el Bayern Munich, Inter de Milan, AC Milan y Real Madrid, debido a que las leyes polacas no se lo permitían. Finalmente en 1978 logró pasar al Manchester City (el actual equipo de Nery Castillo) donde jugó 39 partidos durante tres temporadas, pero decidió abandonar Inglaterra porque no le gustaba el estilo de juego británico.
Cuando pensaba en volver a Polonia, en 1981, pero un inmigrante polaco en EEUU, llamado Ted Miodonski, facilitó el contacto con el San Diego Sockers, equipo en el que el astro culminó su carrera en 1987.
Dos años más tarde fallecería víctima de un accidente de tránsito, el 1ro de septiembre de 1989, a la corta edad de 41 años, el que ha sido, sin dudas, el mejor jugador polaco de todos los tiempos y uno de los mejores volantes creativos del fútbol mundial.
Jugó los mundiales de Alemania 1974, donde su equipo culminó en la tercera posición, y Argentina 1978, en el cual finalizaron en el 8vo. puesto. Pero su mejor momento fueron los Juegos Olímpicos de Munich 1972 donde Polonia obtuvo el oro y él se erigió como el goleador del torneo con 9 anotaciones. También fue importante la participación polaca, con su concurso, en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, obteniendo la medalla de plata.
Además de presencia, panorama y clase, Deyna fue un volante con alta capacidad goleadora, cerrando su participación en la Selección de Polonia con un total de 102 partidos en los que anotó 45 goles.

Cubillas

Dotado de unas condiciones técnicas incomparables, Teófilo Cubillas es un símbolo del punto máximo que ha alcanzado el fútbol peruano en su historia. Se encuentra integrando la lista de los mejores 50 jugadores del siglo XXI en el mundo, según la FIFA, y fue parte del inolvidable Perú 1970, un equipo que jugó al ‘tú por tú’ nada menos que con el gran Brasil de Pelé, Tostao, Gerson, etc.
No jugó solo y, como Pelé, también encontró a sus compañeros ideales en Sotil, Chumpitáz, y otros que dejaron una huella imborrable en las retinas de todos los que vieron aquel Mundial de México 1970.
Dueño de una serie de condiciones difíciles de encontrar en un solo jugador: cintura, panorama de cancha, habilidad, velocidad y una pegada de precisión impresionante; el ‘Nene’ fue el gran eje de todos los equipos en los que jugó e hizo jugar a su alrededor.
Las estadísticas dicen que es el séptimo goleador de la historia de los mundiales (jugó el de México 70 , Argentina 78 y España 82), además de ser el volante de mayor promedio de goles por partido jugado en los torneos ecuménicos.
Nació el 8 de marzo de 1949 en Puente La Piedra, Lima, Perú; debutó en 1966 en la Primera División de su país, con el Alianza Lima, y colgó los botines en 1988 a la edad de 39 años.
Entre los honores que cosecha Oblitas en su carrera se encuentra el de ser escogido como el mejor jugador sudamericano de 1972, relegando al segundo lugar nada menos que al ‘Rey’ Pelé. Esto da una medida de las cualidades de un jugador que junto a Sotil formó a su alrededor una selección increíble. Conocidos como ‘Dupla de Oro’ Cubillas y Sotil integraron un combinado de los equipos Alianza y Deportivo Municipal que no respetó ni a los gigantes europeos. Venció al Benfica de Eusebio y le pintó la cara, literalmente, al Bayern Munich que por entonces era el gran campeón de la UEFA, con un inapelable 4-1 en el que el ‘Nene’ fue autor de dos goles y, junto a su socio Sotil, dieron una verdadera cátedra de ‘jogo bonito’.
No existía en la década de los 70 un evento futbolístico internacional que se preciara de importante si entre los invitados no estaba Teófilo Cubillas. Integró el famoso choque América vs. Europa en 1973, donde del lado europeo se alineaban nombres como Beckembauer, Cruyff y Eusebio, mientras que en el americano se sumaban Brindisi, Espárrago y él mismo.
Brilló también en Europa, llevando el ‘10’ en la espalda durante tres años en el FC Oporto, donde es inolvidable ídolo, dejando tras de sí cifras como 65 goles anotados en 108 presencias. Altísimo promedio para un mediocampista.
Por EEUU también paseó su clase, en la desaparecida NASL, donde figuras de la talla de Figueroa, Holzembein y Best llegaban por ese entonces.
En 1986 se retiró en forma oficial, pero debió rever su decisión un año más tarde, cuando una tragedia terminó con la vida de todos los jugadores de Alianza Lima y volvió a defender a su club. En 1988 volvió a EEUU para finalizar su carrera en forma definitiva en el Miami Sharks, con casi 40 años y la calidad intacta.
En su carrera defendió a siete diferentes equipos, estando en tres períodos al servicio de Alianza Lima, el equipo de su vida. Además de la selección nacional peruana en dos mundiales. En el segundo de ellos, Argentina 1978, se puede situar la página más sombría, cuando una actuación de todo el conjunto incaico dejó dudas, permitiendo que Argentina clasificara al golearlos por una cifra poco creíble, dejando a Brasil fuera de las semifinales.
La clase del ‘Nene’ fue tanta que muchos analistas expertos lo llegan a situar entre los cinco mejores futbolistas sudamericanos de todas las épocas; una distinción muy importante, si se tiene en cuenta que además jugaba en una posición de volante creativo en la que han surgido muchos y excelentes jugadores en el Cono Sur.

Cantona


Nacido  en París, el 24 de mayo de 1966, Eric Cantona es la figura escogida para dar inicio a esta nueva sección de contraataque, intitulada ‘inolvidables’, por su clase de jugador y su personalidad poco común en el ambiente deportivo y, principalmente, futbolístico.
Antes
Inició su carrera en 1983 en el Auxerre, para luego pasar por el Martigues, el Olympique de Marsella, el Girondins de Burdeos, el Montpellier y el Nimes de su país, tras lo cual, en 1992, pasó al Leeds United inglés; club en el que jugó una sola temporada para mudarse al Manchester United, el equipo en el que finalizaría su carrera de jugador, en 1997, y dejaría recuerdos imborrables.
Tras ganar el título de Liga con el Leeds, en su primera campaña completa, Alex Ferguson, por entonces ya técnico del Manchester, puso sus ojos en él y se lo llevó a Old Trafford. Muchos en esos días criticaron al entrenador del United por este traspaso. Se decía que Mark Hughes y Eric Cantona no podían jugar juntos. Los números dieron la razón a Ferguson, porque Cantona y Hughes formaron una de las parejas más letales de la Premier.
Durante
‘Cantona se convirtió en unos pocos meses en el ídolo de la afición, cada vez que tocaba un balón la grada vivía un orgasmo de sensaciones. Era pura magia, pura fantasía. Para muchos, junto a George Best, lo mejor que se ha visto en el teatro de los sueños’ , según el especializado deportivo inglés Brit Corner.
Como toda estrella también tuvo su momento oscuro, cuando en enero de 1995 reaccionó ante los insultos de un hincha del Crystal Palace saltando hacia la tribuna con una patada voladora que le costó estar fuera de acción durante toda la temporada. Volvió a la actividad recién en octubre del mismo año y allí se consolidó como la gran estrella del Manchester.
Reconocido como un hombre inteligente y culto, además de sus condiciones de goleador de raza y clase, Cantona no sorprendió  cuando, en 1997, anunció su retiro de la actividad. El ‘rey’ Eric, como lo llamaba la fanaticada del MU, pudo haber jugado  por dos o tres temporadas más, pero manifestó su deseo de dedicarse a otras actividades (entre ellas la actoral) dejando de lado un contrato jugoso  que le hubiera sido fácil de renovar en el club inglés donde era ídolo indiscutido.
Después
Ha conocido el éxito como técnico, pero en fútbol playa, cuando en 2005 Francia se coronó campeón mundial en Río de Janeiro, Brasil. Aún se encuentra a cargo de la conducción de la selección gala de fútbol playero.
Tan importante fue su pasaje por el fútbol y la admiración que despertó, que varios blogs y sitios web han publicado que, en encuestas realizadas por ellos, Cantona es el jugador más votado como ‘mejor de la liga inglesa’ o como ‘el jugador que mereció ganar un balón de oro y nunca lo ganó’.
En febrero de 2006 la imagen de Eric Cantona volvía a la gran escena, cuando una campaña publicitaria de la firma Nike, intitulada ‘Joga Bonito’ , lo tenía como su figura central. Seguramente los lectores recuerden aquel partido de fantasía que algunos jugadores famosos jugaban en una especie de bodega blindada, bajo la tutela de un hombre de barba y bastón que, precisamente, era Eric Cantona.
También ha participado en películas como ‘El último suspiro’, confirmando de esta manera los motivos que lo llevaron a dejar el fútbol cuando manifestara que quería dedicarse a la actuación.
Un hombre inteligente, protagonista, de múltiples facetas y con mucha personalidad es este singular francés que además logró algo muy difícil en Inglaterra, ser bautizado como ‘el Rey’.

Butragueño

Jugar y ser estrella indiscutida en el equipo de los amores, el de siempre, el de la familia, es algo que pocos jugadores se han dado el lujo de hacer en el profesionalismo. Máxime si ese equipo del alma es el más codiciado del mundo, uno de los que mejor paga y se da el lujo de contratar a los mejores extranjeros; porque no alcanza con querer, hay que poder, y es muy difícil.
‘Merengue’ de cuna
Emilio Butragueño no solo llegó al Real Madrid del que fue socio desde el día 23 de julio de 1963 (al día siguiente de nacer), sino que llegó a ser estandarte de ese equipo.
Pero el camino no fue de rosas, porque en su primera prueba lo rechazaron en el ‘merengue’ en el que su padre soñaba con que jugara. Entonces le surgió la posibilidade de probarse en el Atlético de Madrid, el rival de todas la horas, donde llegó a entrenar tres veces, ante la negativa de su fanático padre merengue a llevarlo a la ‘iglesia colchonera’. Fue su propio padre el que consiguió una segunda oportunidad en el Real y Emilio logró quedar en las categorías inferiores.
El apodo de ‘Buitre’ le llegó de un periodista que bautizó como ‘Quinta del Buitre’ al equipo que formaban junto a Michel, Sanchís, Martín Vázquez y Pardeza, un equipo de jugadores muy veloces, y apeló a la quinta velocidad de los automóviles para ejemplificarlo.
‘El gol en el cuerpo’
Su debut en primera división llegó bajo las órdenes de un legendario de los ‘merengues’, Alfredo Di Stéfano, el cual le dio entrada para el segundo tiempo, ante el Cádiz, sustituyendo a otro grande, Emilio Santamaría. Real Madrid perdía por 2-0 y dos goles del ‘Buitre’ lograron nivelar, además de que en tiempo de descuento dio el pase para el gol de la victoria.
Tímido fuera de la cancha y atrevido dentro, Butragueño termina de meterse en el corazón de la hinchada con tres goles al Anderlecht que permiten una remontada del Real y su clasificación tras ganar 6-1, cuando en la ida había perdido por 0-3. Di Stéfano no dudó en decir de él: “Este tipo tiene el gol en el cuerpo’.
Con el Real Madrid ganó cinco veces seguidas la liga española, desde la 1985/86 hasta la1989/90, se coronó dos veces seguidas campeón de la Copa UEFA en 1984 y 85, jugó 310 partidos y anotó 115 goles.
En tierra de aztecas
Fue símbolo también de la selección española, a la que defendió en 69 partidos, anotando 26 goles. Jugó los mundiales de México 1986 e Italia 1990. Su punto más alto jugando para “La Furia” llegó en Querétaro, cuando le anotó cuatro goles a la poderosa Dinamarca, favorita al título mundial, en el encuentro en que España ganó por 5-1.
Fue uno de los pocos jugadores europeos que ha recalado en México y con gran suceso. De su mano el Celaya hizo una gran temporada, llegando hasta la misma final, en la que cayó ante el Necaxa.
El 5 de abril de 1998 el ‘Buitre’ abandonó el fútbol activo, pasando a desempeñar diferentes tareas vinculadas a él, entre ellas en la directiva del club de toda su vida, el Real Madrid. También se ha desempeñado en cargos públicos, entre los cuales se encuentra el de Asesor del Secretario del Deporte en España.

Best


George Best hizo honor a su apellido (en inglés significa ‘Mejor’) dentro de la cancha y escribió una historia paralela fuera de ella que le hizo ser el centro de la noticia permanentemente en las Islas Británicas y Europa, además de llevarlo a una temprana muerte que ha agigantado su imagen de ídolo.
Nació el 22 de mayo de 1946 en Belfast, Irlanda del Norte, siendo uno de los seis hijos del matrimonio de Dickie Best y Anne Whitters. Su madre murió a los 55 años, en 1978, víctima de una enfermedad relacionada con el alcohol.
Dueño de una clase exquisita para jugar, George Best no tardó en llegar al Manchester United a la temprana edad de 15 años, gracias al descubrimiento de un buscador de talentos del equipo inglés, llamado Bob Bishop, el cual, tras verlo, enviaría un telegrama al manager del United con la siguiente frase: ‘Creo que he descubierto un genio’.
A la edad de 17 años debutó en la primera división del MU, ante el West Bromwich, en 1963, y una semana más tarde anotaría su primer gol, ante el Burnley. A los 20 años le anotaría dos goles al Benfica portugués en cuartos de final de una Copa Europa y se ganaría, por su magnetismo, cabello largo  y estilo único, el apodo de ‘El Quinto Beattle’.
En la temporada 1966-67 el Manchester se coronaría como el mejor de Europa, derrotando nuevamente al Benfica por 4-1 con dos goles de Best. El irlandés, también apodado ‘Belfast Boy’ ganaría el Botín de Oro de Europa y su fama de crack se terminaría de consolidar.
Paralelamente una vida de trasnoches, tragos, mujeres y autos caros, comenzaba a construir una historia que uniría el morbo con la leyenda en un solo personaje. Sus inversiones se dirigieron a la noche que tanto lo apasionaba, abriendo dos clubes nocturnos en Manchester, Oscar’s y Slack Alice’s, así como algunas boutiques.
A la temprana edad de 27 años, en 1974, Best abandonó el Manchester, dejando tras de sí una performance de 466 partidos con el equipo en los cuales anotó 178 goles y fue, durante seis temporadas seguidas, el máximo anotador del equipo.
Volvería en la temporada 1976-77 a jugar con Fulham, pero aunque demostraba que sus habilidades se mantenían, su condición física ya no le permitía competir a un nivel aceptable. También pasó por Estados Unidos entre 1977 y 1981, jugando para Los Angeles Aztecs, Fort Lauderdale Strikers y San Jose Earthquakes. Luego de un breve pasaje por Hong Kong, Best recaló en el Bournemouth, a los 37 años, para retirarse definitivamente del fútbol en ese equipo, cuando corría 1982.
Su única oportunidad de jugar un Mundial fue en España 1982, cuando Irlanda del Norte logró clasificar, pero no fue citado finalmente por el seleccionador de su país, Billy Bingham.
Víctima de un cáncer de hígado, producto de la bebida que nunca pudo abandonar, Best falleció el 25 de noviembre de 2005 en un hospital de Londres. El 3 de diciembre su cuerpo abandonó la casa familiar donde era velado para ser llevado al edificio del Parlamento Irlandés, acompañado de aproximadamente 100.000 personas que querían despedirse de una de las celebridades de Irlanda del Norte.
Fue considerado como uno de los grandes de la historia del fútbol y un personaje peculiar con una filosofía de vida que lo describe en algunas de sus frases inolvidables:
He gastado mucho dinero en mujeres, coches y alcohol…el resto lo he despilfarrado”.
“Si yo hubiera nacido feo, ustedes no habrían oído hablar de Pelé”.
“En 1969 dejé las mujeres y el alcohol; fueron los peores 20 minutos de mi vida”.
“Hace años dije que si me daban a elegir entre marcar un golazo al Liverpool o acostarme con Miss Mundo iba a tener una difícil elección. Afortunadamente, he tenido la oportunidad de hacer ambas cosas”.
Pero su frase final, la cual hizo publicar en un conocido periódico inglés, cinco días antes de fallecer, junto a una foto tomada por un amigo en su lecho de muerte en el hospital Cromwell de Londres, decía a modo de advertencia: ‘No mueran como yo’.

Artime

El apodo de ‘Artillero’ se lo ganó en Uruguay el que fuera uno de los goleadores más efectivos y menos vistosos de todos los tiempos, el argentino Luis Artime, nacido en Junin, Mendoza, el 2 de diciembre de 1938.
Fue goleador en una época y una región donde los grandes abundaban y, como no se iban a Europa en masa, era difícil lograr sobresalir. Sin embargo Luis logró llegar al modesto equipo capitalino de Atlanta, en Buenos Aires, en 1958, para ser parte de un equipo inolvidable en el que pronto pusieron sus ojos los equipos grandes de la Argentina.
Boca estaba interesado en él, pero River ganó la pulseada y se lo llevó. En los torneos de 1962 y 1963 se consagró goleador con los de la banda roja. Pasó en 1965 a Independiente, para formar una delantera avasallante con Bernao, Savoy, Yazalde y Tarabini, que es hasta hoy en día el equipo más efectivo del fútbol argentino, con el 86,67% de los puntos ganados. Artime, por supuesto, volvió a ser el goleador vistiendo la roja en el Nacional 1966 con 23 goles y en el Metropolitano 1967 con 11 conquistas.
En 1969 se fue al Palmeiras de Brasil, pero estuvo muy poco tiempo y volvió a hacer las valijas para llegar al que sería el club con el que conseguiría más trofeos: Nacional de Montevideo. Con sus goles, formando parte de un equipo de estrellas, Nacional se consagró campeón uruguayo en 1969, 1970 y 1971. Nuevamente fue el máximo goleador de los tres torneos, con 24, 21 y 16 goles. Pero además consiguió la Copa Libertadores de América de 1971, la Intercontinental del mismo año y la Interamericana de 1972.
En 1972 se fue al Fluminense de Brasil, pero volvió a Nacional en 1973, donde jugó hasta su retiro, un año más tarde. Fue ante Olimpia de Paraguay, por la Copa Libertadores de América, cuando jugó su último partido que recordaría simplemente así: ‘Llegó el domingo. Jugué, hice el gol de Nacional, agarré la camiseta, la tiré a la tribuna y adiós al fútbol profesional.’
Fue el máximo goleador de la historia de Nacional, con 158 goles en cinco temporadas.
Jugó para la selección argentina en el Mundial Londres 1966 y cumplió un total de 25 partidos en los que anotó 24 goles, con un promedio incomparable de 0,96 goles por partido.
Ademas de su capacidad y olfato goleadores, Luis Artime es siempre recordado por ser un hombre recto y directo, además de todo un caballero. No le ha temblado la pera para decir que en la Asociación del Fútbol Argentino había corrupción, señalando a su manera que ‘en la AFA habría que quemar hasta los muebles’.
En 1979 denunció el dopaje en el fútbol argentino y, aunque se ganó varios enemigos por eso, al año siguiente se implantó el control antidoping en la AFA. No vacila en opinar sobre ciertas conductas que se dan en el fútbol moderno: ‘Para mí está mal que los técnicos y los periodistas compren y vendan jugadores, o que los dirigentes se llenen de plata comprando y vendiendo jugadores’.
Luis Artime no fue vistoso, mucho menos espectacular, pero fue un práctico del fútbol que convirtió muchísimos goles y muy pocos golazos que ayudaron a todos los equipo que integró a lograr trofeos.

Arlindo


Todo el que forme parte de la gran historia del fútbol merece el calificativo de ‘inolvidable’, por su clase, su personalidad, por lo que ganó, por lo que luchó, por una tapada o por un gol. Sí, por un solo gol se puede ser inolvidable, aunque Arlindo Dos Santos está en las memorias de todos los mexicanos y principalmente de los americanistas, por varios motivos.
De todas formas Arlindo fue el hombre al que el destino honró con la designación de ser el que conquistara el gol del bautismo del Estadio Azteca. El primer grito en el ‘Coloso de Santa Ursula’ lo provocó un brasileño, llamado Arlindo Dos Santos.
Curiosamente el ídolo de Arlindo, del cual se decía que además él era el sucesor, era Didí, y éste fue el hombre que inauguró otro monstruo de cemento con un gol: nada menos que el Maracaná.
Ante 107,494 espectadores, un 26 de mayo de 1966, Arlindo abrió el marcador en un encuentro en el que el América de México y el Torino de Italia empataron 2-2. Así abría oficialmente sus puertas el estadio que sería testigo de dos finales mundiales, nada menos.
Jugador del Botafogo de Rio de Janeiro, Arlindo, nacido en Bahía el 26 de Abril de 1943, fue un volante de depurada técnica, como la tradición de su país manda.
Comenzó jugando en las calles de Bahía, al tiempo que abandonaba la escuela para trabajar, con el propósito de ayudar a la familia. Carpintero, albañil, sastre, peluquero y, finalmente, pescador, fueron algunos de los oficios de un muchacho que no pensaba en jugar profesionalmente.
Luego vinieron a buscarlo de Rio, vio su oportunidad y se fue; peo el equipo que lo llevó pronto cambió de entrenador y tuvo que irse. Deambuló por varios, pero ninguno lo fichaba. Finalmente, cuando trabajaba en una fábrica y vivía de arrimado en casa de unos amigos, llegó un candidato político al que se le solicitó que lo recomendara. Una semana más tarde se probaba en Botafogo y quedaba fichado.
Llegó al América casi por accidente, cuando una delegación del club mexicano viajó a Rio en busca de un jugador y, al observar la práctica de Botafogo, uno de los dirigentes dijo ‘quiero a ese negrito’.
El hombre, que era nada menos que Don Guillermo Cañedo, no se equivocó y Arlindo pasó a formar parte de la mejor historia y presente del América, club en el cual sigue trabajando hasta el día de hoy.
Viaja en subte a su trabajo cada día porque dice no necesitar auto, aunque muchos pasajeros de la vieja guardia futbolera lo reconozcan con asombro y no puedan creer que una leyenda viviente del fútbol azteca viaje modestamente en transporte colectivo.
A aquel gol, al que define como su ‘ópera prima del fútbol’ lo recuerda con emoción y se lo adjudica a todo lo que rezó desde días antes del partido para anotarlo. Recuerda que en cada jugada previa todos los jugadores en la cancha deseaban que el que fuera a rematar errara y se aliviaban cuando lo hacía, porque cada uno quería ser el anotador del tanto histórico.
Pelé y Maradona escribieron páginas de gloria en el ‘Coloso’, donde levantaron copas mundiales e hicieron goles inolvidables; pero el primero de todos … fue de Arlindo; por eso es un inolvidable.